jueves, 8 de mayo de 2008

Riada en Torrecillas

Hoy a las 14:00 horas ha comenzado una gran tormenta en la localidad, sobre las 14:30 se ha escuchado un gran trueno con el que ha empezado ha caer una gran cantidad de granizo y se ha ido la luz.
Varias calles se han inundado, junto a varias bodegas de particulares.
La carretera que va desde Torrecillas de la Tiesa hasta la N-V ha sufrido las consecuencias del agua. Nos hemos acercado hasta allí, después de quitar varios tragantes en la Avenida de los Emigrantes, debido a la inundación que ha habido.
La carretera a la altura de Retuerta ha comenzado a tirar gran cantidad de agua y se ha quedado cubierta de grandes piedras. Nos hemos adentrado mas hacia dentro y a la altura del puente de Valverde, también se ha podido apreciar las piedras encima de la carretera. En los Labrados se ha tenido que sacar un coche que ha sido arrastrado por la riada al pasar por la carretera, los acupantes han salido ilesos, pero cuando hemos llegado a el Arroyo Velasco, el agua todavía pasaba por encima de la carretera y no se podía ver en que condiciones estaba la carretera, pero se veía que por algunos sitio había arrancado todo el firme. A las 16:00 horas, ha comenzado a bajar el agua y hemos comenzado a ver el estado de la carretera, se han levantado grandes planchas de asfalto; de unos 10 cms de grosor y 2 mts de largo por 1 m de ancho.
Entre los Labrados y el Arroyo Velasco, han quedao atrapados varios vehículos, uno de ellos era un autobús que venía con los chicos del pueblo que están estudiando en Trujillo. Finalmente, todos han podido pasar.
La carretera permanecerá cerrada toda la noche. Otras vías alternativas son la carretera de Deleitosa y la carretera de Belén.
Mañana comenzará a repararse la carretera. Por el bien de todos respetemos las señales.















2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace cincuenta y cinco años.

Al comentar ahora las inundaciones en el arroyo Velasco me ha venido a la memoria un hecho que me ocurrió allí, muy cerca, con el primer coche que tuve.
Iban a arreglar la carretera y los preparativos previos consistían en descargar carros de piedras y rollos en las proximidades de las cunetas que, posteriormente, cuadrillas de “picapedreros” (casi todos de Belén, ya lo dice la copla) machacaban con los “porriches” (martillos con un mango largo que permitía trabajar de pie) hasta convertirlos en “almendrilla” que era el tamaño adecuado para incorporarlos al “firme” de la carretera.
La citada “almendrilla” era transportada a “seronás” que sufridos burros repartían e iban haciendo montoncillos a lo largo de la carretera.
Cuando la cuadrilla paró a comer a la sombra de una encina, muy cercana al arroyo Velasco, del que se podía beber agua entonces, uno de los burros, libre del aparejo, se situó en medio de la carretera y se dispuso a darse revolcones para secarse el sudo en el polvo.
Yo, que venía de Trujillo conduciendo mi Ford modelo T descapotable, lo divisé desde el cerro de Los Almaracejos y empecé a tocar la “ bocina” que llevaba al lado del parabrisas y que se hacía sonar apretando una “pera” de goma. Pero ni el burro ni los “almendrilleros” se inmutaron. La pendiente era bastante fuerte y los frenos poco fiables. Mis acompañantes, que se habían tomado algunos vinos en Casa “Paquete”, (entre ellos mi padre y algunos amigos), empezaron a desafiarme diciéndome que no era capaz de saltarme el burro.
No lo pensé mucho y opté por aceptar el desafío. Hoy no lo hubiera hecho, pero, entonces tenía que demostrar que era HOMBRE.
Hubo una pequeña escaramuza y aquello terminó ante El Juez de Paz, que dándose cuenta que los coches nos iban a invadir y las carreteras, aunque fueran de tierra, no estaban hechas para burros, me dio la razón. Pero tuvimos que “echar el alboroque” todos juntos en casa de “Tía Plácida” (incluidos los “almendrilleros”)

Anónimo dijo...

Hace cincuenta y cinco años.

Al comentar ahora las inundaciones en el arroyo Velasco me ha venido a la memoria un hecho que me ocurrió allí, muy cerca, con el primer coche que tuve.
Iban a arreglar la carretera y los preparativos previos consistían en descargar carros de piedras y rollos en las proximidades de las cunetas que, posteriormente, cuadrillas de “picapedreros” (casi todos de Belén, ya lo dice la copla) machacaban con los “porriches” (martillos con un mango largo que permitía trabajar de pie) hasta convertirlos en “almendrilla” que era el tamaño adecuado para incorporarlos al “firme” de la carretera.
La citada “almendrilla” era transportada a “seronás” que sufridos burros repartían e iban haciendo montoncillos a lo largo de la carretera.
Cuando la cuadrilla paró a comer a la sombra de una encina, muy cercana al arroyo Velasco, del que se podía beber agua entonces, uno de los burros, libre del aparejo, se situó en medio de la carretera y se dispuso a darse revolcones para secarse el sudo en el polvo.
Yo, que venía de Trujillo conduciendo mi Ford modelo T descapotable, lo divisé desde el cerro de Los Almaracejos y empecé a tocar la “ bocina” que llevaba al lado del parabrisas y que se hacía sonar apretando una “pera” de goma. Pero ni el burro ni los “almendrilleros” se inmutaron. La pendiente era bastante fuerte y los frenos poco fiables. Mis acompañantes, que se habían tomado algunos vinos en Casa “Paquete”, (entre ellos mi padre y algunos amigos), empezaron a desafiarme diciéndome que no era capaz de saltarme el burro.
No lo pensé mucho y opté por aceptar el desafío. Hoy no lo hubiera hecho, pero, entonces tenía que demostrar que era HOMBRE.
Hubo una pequeña escaramuza y aquello terminó ante El Juez de Paz, que dándose cuenta que los coches nos iban a invadir y las carreteras, aunque fueran de tierra, no estaban hechas para burros, me dio la razón. Pero tuvimos que “echar el alboroque” todos juntos en casa de “Tía Plácida” (incluidos los “almendrilleros”)